¿Es eso que extrañamos por fracciones de segundo cuando estamos en casa solas con nuestros bebés todo el día en brazos? ¿O eso que parece que nunca va a llegar porque pudimos extender la licencia unos meses más? ¿O bien ese espacio que ocupábamos muy protagónicamente y tantas satisfacciones nos daba antes de ser Madres?
El espacio laboral se transforma en un espacio casi desconocido de nuestras vidas luego del nacimiento de nuestros hijos. Incluso dejamos de verle el sentido a volver a vivir en ese mundo de la eficacia y la nominalización de actividades que distan de la actual realidad. No arribamos a imaginar la organización de la vida con la vuelta al trabajo porque no hay más tiempo en nuestros días para incorporar una actividad como ésta…
¿Pero como se hace para regresar? ¿Cómo se retoma el foco de disponibilidad y eficiencia en nuestro desempeño laboral? ¿Cómo se satisfacen las nuevas necesidades familiares en combinación con las demandas de quienes hasta acá compartían nuestros espacios de trabajo?
¿Cómo mitigar los sentimientos contrapuestos?
Algo es real. Si viviéramos en una Gran Aldea, vistiendo polleras largas con delantales y enagüas, amasando con palotes de madera y cosechando de nuestra propia huerta no estaríamos pensando y organizando una “salida” o “escape” de esta historia que parece haber comenzado en el POSTPARTO… Nos quedaríamos con la misma vida que antes de ser madres porque habría seguramente alrededor manos tomando la posta de algunas actividades que dejaríamos temporalmente de hacer.
Parece que sigue habiendo una gran industria dedicada a preparar mujeres para el Parto. No parece haber una vida después de eso, o más bien la hay pero solo después de un Parto. Si tuviste alguna otra experiencia que no estaba en el ideal colectivo, -eh…bueno fíjate cómo manejarte porque ya no estás en este equipo.- Este es uno de los puntos en los que comenzamos a generar nichos de discriminación y soberbia implícita. Somos malas con nuestro género desde el momento en que no colgamos de una sola corriente y no dejamos pasar a las demás. Falta de camaradería y hospitalidad que se traslada al resto de los espacios que compartimos.
Por otro lado, veo con asombro lo fácil que es llegar a vender sabanitas que hacen juego con la chichonera, cunas de colecho, veladores con lucecitas hipnóticas y cochecitos con caja de cambio automática y otros miles de objetos que caen en los radares selectivos de muchas embarazadas y madres recientes. Lo que no veo es la apertura necesaria para conocer lo que sucede una vez que el bebé se materializa y nace. Nace de la forma que fue posible, parto o cesárea. Nace y está vivo, llora, come, hace pis y necesita un montón de cosas. ¿Nadie se pregunta nada durante el embarazo? ¿Por qué los cursos más populares de preparto duran tan poco?
Luego de un tiempo y un poco a los ponchazos vamos comprendiendo casi todo, pero sucede que para cuando recuperamos un poco de estabilidad sobreviene el fin de nuestra licencia…Licencia que no fue tal porque lo único que no hemos hecho es volver al trabajo fuera de la casa, porque todo lo demás nos fue devuelto a pocos días de habernos mostrado ya en pie. Culpa nuestra. Por querer satisfacer más a los demás que a nosotras mismas. Por no saber pedir ni aceptar ayuda. Así es que llega entonces la temporada de retomar la actividad fuera de la casa y nos vemos colmadas por las que ya hacíamos antes del embarazo, más las que se suman por ser madres y la bendita vuelta al trabajo.
¿Por qué volvemos a trabajar?
Porque hemos forjado una mujer que no quiere ni puede depender de otros, una profesional nómade que no quiere permanecer en el mismo lugar y porque nos han enseñado a decir “No Gracias” como niñitas educadas. Menuda Mochila.
Entonces, cuando por casualidad se nos ha ocurrido ser Madres y redescubrirnos en este perfil femenino que ni sabíamos que teníamos, algún costado con el dulce gustito de estar con nuestros pequeños en casa viéndolos crecer aparece y confronta a nuestras partes disputándose y tironeándose…
Al pertenecer a una Sociedad sin una identidad cultural acerca de los hábitos de ser Familia vamos manoteando conceptualmente y comprando ideas y propuestas coloridas, innovadoras y trasgresoras. Tal vez, por lo menos así lo veo yo, aquí está el problema más pesado de todo lo relacionado con el devenir madres y padres. Comprar en lugar de reflexionar.
He pasado por montones de casas en las que el motivo de consulta era la organización para volver a trabajar. De casi todas me fui confirmando que más que volver a trabajar lo que querían organizar eran esas emociones encontradas y la sensación de incomprensión total que hay en los ámbitos laborales. La falta de hospitalidad está dada mayormente por mujeres, aun las que han sido madres. Levantarse del puesto de trabajo para sacarse leche es por ejemplo comparable con salir a fumar o estar chateando con una amiga en horas de trabajo. Faltar porque un hijo tiene fiebre es signo de estar poniéndole poca voluntad a la tarea, más aun después de habernos tomado “tamaña” licencia para ser Madres. Y todos estos episodios son vividos muchas veces con culpa.
Las licencias se viven como vacaciones a los ojos de quienes no pueden mirar más allá de sus propias narices, sin darse cuenta de que la participación de cada individuo de esta Sociedad es clave para el bienestar de la Sociedad que estamos entre todos gestando.
Entonces siempre digo que volver a trabajar debería ser llevado con el nivel de importancia proporcional que nuestro trabajo le otorga a esta nueva necesidad que se nos plantea en relación a cuidar de nuestros hijos.
Quienes trabajaban de manera independiente seguramente sienten el aire fresco de la responsabilidad total, y a la vez la liviandad de no sentir en la nuca la mirada de las ausencias por hijo enfermo, o llegadas tarde y con cara de sueño. Es un equilibrio que no todas las personas pueden sobrellevar. Con orden se consigue y es sumamente gratificante.
Quienes trabajaban en relación de dependencia y toman clases de trampolín y se tiran a la pileta de los cuentapropistas…ponen todas sus inseguridades en “lo laboral” lo cual muchas veces despeja tremendamente las preocupaciones relacionadas con la crianza. Creo que es una buena manera de desplazar algunas neurosis.
Y Quienes no pueden salir del esquema de la Relación de Dependencia son quienes en general encuentran más y más conflictos relacionados con esta palabra “dependencia”.
La madre tiene que levantarse temprano, organizar el bolso de su bebé que va a un jardín maternal o a la casa de su abuela. Le deja la comida preparada con el babero limpio y los utensillos acomodados. Deja mudas de ropa para el recambio. Se saca leche en el caso de las que siguen adelante con esta tarea. Pone a su bebé en la teta si puede antes de irse con los minutos milimétricamente diagramados…llega a la oficina y resetea todo su Ser para poder conectarse con este rol tan abruptamente distante del que acaba de dejar en casa…
La disociación es tan grande que nos lleva a vivir en mini-crisis periódicas, tanto que nos olvidamos de lo que fue alguna vez la estabilidad en nuestras vidas. En la oficina hablan de hacer un After Office este jueves…
¿Cómo yo podría hacer una cosa así y no ver a mi bebé por más de 10 o 12 horas? ¿Con qué cuerpo seguiría lo que queda del día?