Esperar al verano, cumplir los dos años, comprar una pelela musical, usar bombachitas de transición, llevar a un muñeco a hacer pis al baño.
Es frecuente escuchar todo tipo de argumentos y propuestas en relación a la etapa de control de esfínteres que usualmente carecen de sustento real. Son más bien apreciaciones vulgares o folclóricas que se van repitiendo y adaptando de acuerdo a las modas. Mucha gente repite sistemáticamente lo que alguna vez ha escuchado sin plantearse el origen de lo que dice y menos aún el fundamento científico.
Así como no quitamos los barrotes de una cuna para que el bebé aprenda a no caerse, ni tiramos a un niño al agua para que aprenda a nadar, tampoco sacamos pañales antes de que sea el momento adecuado.
El proceso de control de esfínteres por el cual el bebé o niño va prescindiendo de los pañales está relacionado con un momento del desarrollo evolutivo en el que el pequeño no sólo identifica el momento de la micción o defecación, sino que además tiene la posibilidad de acudir a un adulto para ir al baño.
No es posible encasillar éste proceso en una edad determinada, en cambio podemos hablar de un rango que puede ser desde el año y medio hasta los tres aproximadamente, aunque es más bien una apreciación genérica ya que hay niños que sobrepasan esa edad. Siempre digo que los procesos de evolución en los primeros años de vida están entrelazados, no es posible llegar a una etapa de la evolución sin haber transitado el paso previo.
Es necesario tener en cuenta varios factores, mayormente ligados a los aspectos emocionales del niño que pueden influir ampliamente en este proceso, como ser una mudanza, la llegada de un hermanito, la escolarización, etc. Incluso podemos también identificar la ansiedad de los adultos que rodean al bebé o niño esperando que llegue el momento de “sacarle los pañales”
Para saber cuándo nuestros hijos están listos para dar un paso más, debemos observarlos detenidamente, podemos incorporar a través del juego consignas simples y dar ejemplos, pero nunca asignarle fecha de vencimiento o dejar que una estación del año determine el momento adecuado.
Una de las primeras señales que los niños dan es la de recluirse o alejarse al momento de defecar. Podemos observar cómo se alejan y “pretenden” no ser vistos durante ese momento. Esto les genera un espacio de intimidad, les permite la concentración necesaria para comprender la mezcla de sensaciones en el cuerpo. Es esta una buena señal para empezar a observar al niño y ver de qué manera es posible acompañarlo sin invadir ni acelerar sus tiempos.
Es importante que no acudamos a cambiar el pañal inmediatamente, esperar un tiempo prudente para percibir si le molesta será de gran ayuda. Si le molesta el pañal con caca y avisa al adulto, es una señal de que está asociando experiencias y eligiendo consecuentemente. Nuestro pequeño está introduciéndose gradualmente en una nueva etapa, si lo apuramos es posible que retroceda y decida quedarse donde estaba.
Una vez que han logrado dominar la marcha y conocer casi todo su cuerpo pueden sumergirse a explorar las sensaciones que su sistema digestivo les genera. Para esta etapa es esperable que ya hayan conseguido ponerse en pie, correr, saltar y comprender la comunicación a través del lenguaje.
Con frecuencia se quitan los pañales solos o anteponen sus manitos mientras los estamos cambiando. Con curiosidad meten las manos en el pañal y tocan sin limitaciones. También este comportamiento forma parte de la exploración necesaria. Hay algunas similitudes con el proceso de inicio de la alimentación complementaria en el que a través de la exploración con sus manos el bebé intenta aprender acerca de eso que se lleva a la boca. En esta etapa de control de esfínteres se cierra el ciclo de la digestión y aquí en la otra punta del sistema digestivo, el bebé o niño busca explorar también con sus manos para comprender mejor lo que está sucediendo.
De la etapa oral a la etapa anal hay un sinfín de sensaciones que guían el recorrido, no inhibirlas es la mejor forma de acompañar el desarrollo evolutivo.
No es posible escribir sin antes haber aprendido el abecedario.
Una vez que hemos observado que además de recluirse, avisa que le molesta el pañal ocupado, podemos enfatizar y felicitarlo por avisarnos. También comentarle que la próxima vez si avisa con anticipación podemos acompañarlo al baño como hace la gente más grande. Estas acciones no deben estar cargadas de expectativas por parte del adulto, sino que deben funcionar como un acompañamiento comprensivo y paciente de este proceso.
Esto sólo representa un comienzo que de a poco se irá perfeccionando, a veces dan un pasito para adelante y medio para atrás. Los adultos debemos ser muy pacientes, empáticos y tolerantes.
La expectativa del Adulto no debe superar la posibilidad de resolución y adaptación del pequeño.
En el baño tendremos o bien pelela u orinalito, no es necesario que tenga mil luces o sonidos pueden ser muy simples porque básicamente cumplen una función. También se puede optar por aros reductores que se adecúan a la tabla del inodoro de los adultos con algún escaloncito que los ayude a subir y a bajar.
Es un distractor importante y confuso sentarse en un inodoro que canta. Incluso quedar suspendidos en un inodoro con los pies en el aire puede resultar amenazante. Tampoco es buena idea poner la pelela en un living o en la cocina, cada cosa en su lugar desde el inicio del proceso de aprendizaje para que no sea necesario luego corregir sobre lo enseñado.
Jugar con texturas que cambian de forma y de espacio es una forma lúdica de incorporar los procesos de cambio de la materia. La caca podría significar que una partecita de su cuerpo se desarma, necesitan sentir seguridad para dejarla salir y poder despedirse de ella.
Sea cual sea la adaptación, es necesario que promueva tranquilidad en el pequeño, si se siente muy alto o siente miedo es posible que todo el proceso se vea entorpecido.
Cuando el pequeño en muestra sus primeras señales de estar en proceso de control de esfínteres, significa que en algún momento tuvo algún síntoma que le dio tiempo a buscar el lugar más adecuado. El niño entonces ya tiene registro de “las ganas”, el paso siguiente será entonces que pueda avisarle a un adulto previamente para ir al baño.
Paralelamente podemos observar un gran interés por los juegos que motivan este proceso que mayormente están relacionados con texturas diferentes, fluidos que trasvasan. Además, podemos proponerles cuentos relacionados, ayudar a algún muñeco que sea de su interés y que éste simule hacer pis o caca, dejar que observen a sus padres etc. Ponerle calzones a un juguete que tenga forma de cuerpo humano o animal puede ser divertido, incluso llevarlo al baño a modo de juego.
Lo más importante es no acelerar algo que naturalmente irá desarrollándose, es mejor tener la posibilidad de identificar señales en el niño para acompañarlo oportunamente.
Si esta escolarizado es conveniente avisar a sus docentes para que estén al tanto y puedan trabajar en sintonía con la familia. También tendremos en cuenta reforzar la cantidad de mudas que quedan en el jardín o que van en la mochila para que no deba permanecer con la ropa húmeda o usar ropa que no es propia.
No debemos ni retar al niño, ni gritarle y menos aun castigarlo físicamente si por algún motivo no llegó a avisar y se hizo encima. Los pañales de transición o Pull-Ups merecen ser consideradas pañales de todos modos. La transición es un momento de cambio, hasta no haber culminado el proceso y haber dejado de depender de algún método de contención, seguimos atentos y de cerca las necesidades de nuestros hijos.